Lejos estaba de imaginarme mientras transcurrían mis días como estudiante de ingeniería eléctrica que sería tan abundante la cantidad de personas que por falta de conocimiento quizás no valorarían suficiente el hecho de que la instalación eléctrica de su residencia o lugar de trabajo se encontrara en buenas condiciones, así como que hubiese sido diseñada bajo estándares que garantizaran una parte importante de la seguridad de ellos, las personas con quienes conviven, sus vecinos, mascotas, así como de muchos de sus apreciados equipos y artefactos eléctricos que brindan confort, entretenimiento, permiten trabajar o estudiar, entre tantas otras actividades.
El desconocimiento de las consecuencias tangibles que pueden derivarse de una deficiente instalación eléctrica puede poner en riesgo la cantidad de dinero pagada al comprar un TV de última tecnología, su moderno teléfono inteligente, un espléndido acondicionador de aire, o cualquier otro equipo que utilice la energía eléctrica de la instalación para funcionar, o recargar su batería. Cierto es que muchas veces suponemos que la instalación “debe ser buena”, pero tal vez no conocemos suficientemente ¿qué podría ocurrir si esta, al menos, no se encuentra dentro de un margen razonablemente aceptable de seguridad?
Enfocándolo desde otra perspectiva, la misma situación descrita en el párrafo anterior puede provocar que un constructor invierta cuantiosas sumas de dinero en diferentes aspectos de la obra, por ejemplo: los acabados…lo cual tiene mucho sentido comercial porque será lo que finalmente verá la mayoría de posibles compradores, pero algunos a veces tratarán de ajustar desbalances en el presupuesto yendo en contra de otros componentes también importantísimos de la obra…pero que al igual que nuestras arterias, venas y demás órganos, quedan “ocultos”. El sistema eléctrico es uno de esos elementos “silenciosos e invisibles” de toda construcción, pero cuyo diseño o instalación defectuosa puede acabar con todo en un abrir y cerrar de ojos. Afortunadamente, muchas veces la consecuencia no llega a ese extremo, pero si puede ocasionarle a este mas de un dolor de cabeza en la tramitología para obtener el servicio de energía, y por supuesto que suelen incurrir involuntariamente en sobrecostos, tratando de resolver situaciones que pudieron evitarse desde el principio dejando el asunto en personas realmente capacitadas para ello.
Durante varios lustros de ejercicio profesional me he topado en el camino con muchas instalaciones eléctricas, algunas de ellas impecables…pero también he tenido que ver otras que no han terminado en catástrofe de puro milagro. Los incendios accidentales en las edificaciones pueden tener diversos orígenes, pero una causa frecuente suele ser alguna falla en la instalación eléctrica. Es común escuchar una explicación facilista que indica que “todo se debió a un cortocircuito”, sin embargo, una buena pregunta sería: ¿porqué ocurrió el cortocircuito?, y otra aún mejor sería: ¿qué pasó con los interruptores automáticos de protección?, pues su principal función es precisamente esa: "dispararse" en caso de cortocircuito…despejando así la falla eléctrica.
Lo que muchos podrían no saber es que la elección inadecuada de un interruptor puede ser la que impida que este “abra el circuito” y actúe en caso de una anomalía como la descrita, es decir, no basta con que la corriente nominal (es decir, la que estará presente en condiciones normales) sea la apropiada, por ejemplo: 60 A, sino que existe algo llamado “capacidad disruptiva” y que muy seguramente no será tenida en cuenta cuando la elección y compra la hace alguien que no tiene el conocimiento suficiente. En una compra como la que acabo de mencionar la elección estará determinada casi siempre por el precio, y tal vez por la marca, pero así como puedes conseguir ese interruptor de 60 A con una capacidad disruptiva de 15 kA, puede que otro sea de 25 kA, y otro tendrá 50 kA, etc., y por supuesto que ese es un factor determinante en el precio; la “capacidad disruptiva” hace referencia al valor máximo de intensidad de corriente que puede ser interrumpida por ese dispositivo, dicho de otro modo, si el nivel de corto circuito en ese punto de la instalación es de 20 kA y la capacidad disruptiva del interruptor instalado es de 15 kA, este no será capaz de despejar la falla eléctrica y podríamos tener una grave consecuencia. Ahí podemos ver solo un ejemplo de como un hecho aparentemente simple deriva en una situación muy peligrosa.
Así como el ejemplo descrito se podrían mencionar otras situaciones que también ilustrarían la importancia de tener una buena instalación eléctrica, y que esta sea diseñada y construida por personas que realmente tengan el conocimiento teórico y práctico suficiente en esa disciplina profesional.
La electricidad no es algo con lo que deba jugarse, y como decía alguno de mis profesores en la universidad: el principal problema es que esta “no avisa”.
Muchas gracias,